Alteración, especialmente negativa, del estado del paciente producida por el médico (sin desearlo).

El internista (medicina interna) Carballo, […], reconoce en esta entrevista lo que es el gran secreto a voces y la madre del cordero covidiano [meollo de una cuestión, la parte central y más importante de un asunto], en España: la primera ola, esa que reúne al 90% de los fallecidos etiquetados como víctimas de Covid, estuvo trufada de malas praxis farmaco-médicas (no sólo administración de inmunosupresores, sino intubaciones a enfermos trombocíticos, además de los aislamientos y las desatenciones que negaron el socorro y los cuidados a miles de ancianos) ordenadas por los altos organismos sanitarios (AEMPS, Colegios médicos y jefes hospitalarios). [En resumen, los ‘médicos’ ya no son científicos sino ‘aplicadores’ de manuales que proceden de ‘arriba’: los médicos ya no tienen porqué pensar, solo obedecer. Por otra parte, ¿quiénes son los ‘altos organismos sanitarios’ que se equivocan tan gravísimamente y nosotros los ciudadanos nos tenemos que informar por una entrevista en la tele: algo huele mal en la sanidad pública ¿pudiera ser que han dejado de ser profesionales de la vida y la muerte para convertirse en sicarios atemorizados por perder su sueldo? Esto es importante. Lo suficiente para que los médicos que no teman al poder político salgan a la palestra y restituyan el prestigio de los ‘doctores’. Es urgente: ahora mismo a mí me da más miedo un sanitario que el dichoso bicho.]

Esta gigantesca operación yatrogénica [está por ver hasta qué punto no hubo maldad en las decisiones tomadas y hasta qué otro hubo nesciencia] es la que explica el único pico de sobremortandad ocurrido en España (marzo – mayo de 2020) y aquella que justificó TODAS las políticas sociocidas, antisanitarios y anticientíficas construidas sobre un miedo irracional a una enfermedad inexistente causada por un virus indemostrado.

¡Qué horror, Dios mío, en manos de quién estamos! Gente acobardada. Es lo mismo que a un bombero que le viene el miedo al fuego cuando ve un incendio ¡Madre mía!

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