El día 13 de marzo de 2020 cambio el rumbo de la vida y, sinceramente, espero que no para siempre.
En el transcurso desde entonces hasta la fecha actual han pasado ya muchos meses, los suficientes como para haberme cruzado con muchísima gente diferente, de diferentes pensamientos, culturas, religiones e ideologías políticas y sin duda alguna, el denominador común ha sido el miedo. Pero, afortunadamente, entre todas esas personas empecé a darme cuenta que no todos tenían miedo, tenían respeto a una enfermedad nueva y desconocida.
Con el paso del tiempo los miedosos, ávidos lectores de noticias en medios populares y sobre todo, oyentes y videntes de emisoras de radio y televisión generalistas y hoy por hoy, sensacionalistas, eran cada vez más miedosos, de los que se pusieron una vacuna, una segunda, la tercera, la de la gripe y porque no han recomendado más hasta el momento, sino su «pasaporte COVID» se quedaría sin hojas para apuntar todo lo que les han dicho que es bueno. Les da miedo vivir.
Por otro lado, los respetuosos, han ido viendo poco a poco como la enfermedad, a pesar de contagios y muertes, se convertía en un negocio de las farmacéuticas y la oportunidad de los gobiernos para mangonear en todo lo mangoneable, manipular todo lo manipulable y que además, la gente «miedosa» no se estaba dando cuenta de todo eso. A éstos, les gusta la vida, les gusta vivir, viven con respeto, pero viven.
Matizo de nuevo, ambos grupos son de diferentes culturas, religiones, ideologías políticas. No quiero que nuestros lectores piensen que aquí hay inclinación alguna.
Ante esta división de personas, me interesé, como es lógico, por el grupo de respetuosos, y analizando sus opiniones y comportamientos ante la «pandemia» solo saco una conclusión, son «supervivientes». Personas que se han tenido que forjar su futuro en la calle, montar pequeños negocios, trabajar de aprendices hasta ser oficiales… todos currantes, mentes inquietas. Por supuesto hay algún ingeniero o formado en grandes carreras, pero son los menos, aunque los hay, menos mal.
¿Qué me queda? El grupo de los miedosos. Y si, lamentablemente, todas las mentes prodigiosas, las más estudiosas, con sus grandes carreras, másteres del universo y demás ‘titulismos’ ilustrados. Todos esos, están ahí, en el miedo, junto con la población «rebaño», que sigue a pies juntillas todo lo que dicen los que infunden ese miedo.
Yo, a día de hoy me quedo con los «supervivientes». Estos son los que quiero a mi lado, sin duda alguna.


Excelente aproximación a la gente sin complicaciones, aquellos que tienen que ganarse la vida en una lucha diaria con la realidad. Esos sí que perciben las tomaduras de pelo tan pronto las tienen presentes. Gracias, Frank