En este pasaje, segundo de Stellarum, tras contestar a la pregunta ¿Existe el futuro? doy un primer paso que me aproxime a la esencia del presente.


Transitando del futuro al presente
Estaba pensando sobre esto y aquello, temas del máximo interés para mí, cuando una llamada impertinente cortó mi dolce far niente.
–¿Le queda algo de valor? —Dijo una voz. Por mi parte, al oír la pregunta, me quedé perplejo, no obstante, tras unos instantes, consideré que se trataba de una broma de algún amigo y, en consecuencia, contesté:
–Discúlpeme, pero esa pregunta tiene una doble vertiente, o bien usted desea saber si aún queda en mi algo digno de ser apreciado o, por el contrario, trata de averiguar si tengo determinación para enfrentarme a situaciones arriesgadas —y me quedé a la espera, con la esperanza de entrever de quién o qué se trataba. Para mi decepción, la voz, sin manifestar emoción alguna, contestó:
–A nosotros solo nos interesa la segunda opción –fue la escueta respuesta. Intrigado, contesté:
–Ese ‘nosotros’ ¿Qué encierra? ¿Una broma? ¿Un acertijo? Venga, vamos. No tengo inconveniente en seguiros el juego, pero, si no me dais una pista, cortaré la comunicación —contesté algo airado.
Calmosamente, sin alterar el tono, la voz contestó.
–Somos tus futuros posibles.
La contestación me hizo sonreír y decidí continuar tan extraño diálogo.
–Y qué queréis de mí.
–Consciencia.
–¿Consciencia? –sorprendido, solo eso supe contestar.
–Venimos a exigirte que el miedo no decida el porvenir y que, en su lugar, lo haga tu mente, la herramienta más poderosa que posee el ser-humano, y que están secuestrando
En ese momento, me di cuenta que el futuro llamaba a mi puerta y que, tan pronto la aldaba sonara en el portón de mi vida yo tendría que responder. Y justo en ese instante, ni antes ni después, yo estaría creando mi pasado. En este punto, corté la comunicación. Tenía que pensar.