Setenta veces siete.

Lo que para un cristiano significa no devolver agravio por agravio sin importar cuantas veces te ofenda o perjudique un semejante.

El pueblo despierta

Bien. Yo soy cristiano y, sin más explicación, no busco hacer daño al que me daña. Pero, también soy escritor, lo que me obliga a escribir. Y a escribir lo que pienso, si no, mentiría. En consecuencia digo que, si perdono a mi hermano tantas veces como sus acciones me obligan a cumplir con la directriz de perdonarle, entones, mi hermano, que es una persona más cerca de la animalidad que de la divinidad, olvida el daño que me hizo y, también, el perdón que sus acciones generan en mi, lo que, en resumen, hace que mi embrutecido hermano considere plausible y digno de admiración perjudicarme. Por tanto, y en resumen: perdonar, sí; olvidar, es de necios abocados a la contumacia.

Así, yo me pregunto ¿Qué hará la gente consciente con los inconscientes que, en su inconsciencia, los trataron de ‘negacionistas’ o cosas peores?

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