LAS SUTILES CARAS DE LA OBSESIÓN - ceefasis

A quién beneficia el pasado -me pregunté. Y me contesté:

—A aquellos que, en cada momento presente, transforman su futuro en recuerdos llenos de vida y amor.

La Alegría en el Espíritu – PEREGRINO DE LO ABSOLUTO
El amor es la clave de la vida

— ¿Tengo yo algún recuerdo de esos? -Me pregunté.

Me quedé concentrado en mis interiores. Y, sí. A mi memoria vino un recuerdo muy al propósito de aquel contexto. Y lo rememoré.

—Yo, embargado de soledad, paseaba un día soleado por una pradera que hay en Cambridge, Inglaterra. Otras gentes hacían lo mismo y, entre ellas, una pareja joven con un pequeño que apenas caminaba y a duras penas se mantenía de pie. Ellos pasaban, en su caminar, a unos veinte metros de mí. Yo concentrado en todos los males que mi mente buscaba en mis recuerdos, vividos, unos; imaginados, la mayoría. En ese escenario, el pequeño, inopinadamente, comienza a caminar más rápido, corriendo y trastabillando, se planta frente a mí, levanta su carita, me mira, alza su pequeño brazo para ofrecerme lo que llevaba en la mano: una flor silvestre. Y, así, sin más, mis penas desaparecieron y la vida real volvió a mí.

—Oh, vaya -me dije a mí mismo-. Ese sí que es un bello recuerdo con el que construir un pasado.

Asentí con la cabeza, sin palabras, poco dado, como era, a expresar mis sentimientos, aúnque fueran para mi. Así que, inmediatamente me planteé otra cuestión: Y de ahora mismo, dime algo que te esté sucediendo en el presente y que esté generando en ti una reacción que se vaya a trasformar en pieza de tu pasado. Tuve que reflexionar, pero no demasiado porque, de hecho, estaba en la tarea de releer El contrato social, de Rousseau. Y, sí, efectivamente. En esos momentos reflexionaba sobre tales escritos y mis conclusiones, aun sin fraguar en decisión alguna, se resumen en que ninguna de las piezas del magnífico trabajo intelectual sobre el que se construye el Contrato social ha resistido y superado el empuje de la gran mentira del asunto covid. Por un lado, en la sociedad española, el elemento que representa el orden y máximo responsable garante del contrato no es un ser magnánimo y cabal, sino un tipo pusilánime y acobardado; por otro lado, el pueblo, por inculto, está incapacitado para aceptar conscientemente algo tan civilizado como el pacto social que conlleva la idea de Rousseau. Por tanto, en estos momentos, en España, no hay contrato social en vigor: todo está por pactarse de nuevo. El futuro está abierto para que los mejores de entre los seres-humanos recojan los trozos de la antigua sociedad y avancen sin temor hacia un nuevo tipo de convivencia, que nada o muy poco tenga que ver con lo que debió ser, pero nunca fue.

Y, de esta reflexión ¿Qué concluyes? —me pregunté.

—No he concluido nada porque estoy en un presente continuo. Quiero decir que estoy concluyendo, pero, en ese proceso, percibo con claridad que hay que reconsiderar las ideas de Platón y de tantos otros que trataron de organizar la convivencia humana y, si bien hay que aceptar la libertad como la base de la igualdad ante la ley de Dios y del Hombre, hay que estructurarla con la consciencia de que no somos iguales en lo absoluto, en especial porque no todos estamos en el mismo nivel evolutivo: unos se aproximan a la animalidad, mientras que otros, van lanzados hacia la divinidad. Y estos tiene la responsabilidad de cuidar la vida en su conjunto y, también han de ayudar a los menos evolucionados a mutar de humanos a seres-humanos.

Un comentario en «El pasado ¿Para qué sirve?»
  1. Gracias, querido Alexander, por esta reflexión. Me dejas pensando… ¿qué sería de Platón si lo tuviéramos hoy, entre nosotros? (adaptado al mundo actual y con pantalones y camisa). ¿Seríamos capaces de capitalizar sus enseñanzas? ¿comprenderíamos la clara diferencia entre materia y espíritu, tan platónica y clara? En fin. Lo bonito es que hay muchos litros de café en el mundo para comenzar a «discutir» a este respecto.
    Un abrazo con cariño.

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