Creer es un acto de fe que no requiere esfuerzo intelectual alguno, por tanto, está al alcance de cualquiera. Esto hace que los demagogos, las religiones… en fin, todos los que quieren algo de los más incultos exijan ‘creer’ y, si lo haces, recibes ‘bonificaciones’: eres un buen creyente, un buen comunista… ¿Y eso está mal? No tiene porqué, siempre que conjugues el verbo pensar. Dicho cabalmente, si pensando, pensando, por ejemplo, llegas a la conclusión de que Dios existe (como es mi caso), entonces nada que decir.
Sirva lo anterior como puesta en escena de lo que quiero decir en este breve escrito. Y digo:
¿Piensa usted, lector, que, tras lo que ha caído, si no se cambia nada, algo cambiará?
Tal vez, solo tal tez, se entrevea que lo más probable es que todo, absolutamente todo, seguirá igual. Si acaso, usted -como yo-, pensara (deseche el verbo creer), que todo va a seguir igual y, con este convencimiento, siguiéramos sin hacer el más mínimo intento de rectificar el curso de las cosas, entonces, ¿Qué deberíamos opinar de nosotros mismos? Yo me atrevo a anticipar una respuesta emitida por un observador imparcial, la conclusión sería que usted y yo, ambos dos, amigo mío, querido lector, somos tontos de capirote o chupamos del bote.
En una próxima entrada explicaré, no lo que creo, sino lo que pienso que habría que hacer si la naturaleza me hubiera dotado de luces y el esfuerzo de mis muchos profesores estuvieran dando sus frutos en estos momentos, que tanto requieren de las luces de todos.
Voy a pensar en cómo desarrollar lo que pienso para que usted, querido lector, se una a mis reflexiones o ponga en marcha las suyas propias, de las que me encontraría muy honrado si me hiciera partícipe.
Hasta pronto, espero.
Gracias Antonio, por tan perspicaz observación.
Creer, efectivamente, es fácil y además está ‘premiado’
Pensar, cuenta algo más (aunque solo sea tiempo) y puede no traernos muchos amigos
Por lo tanto, en mi opinión, la tarea que propones corresponde no solo a aquellos que piensan, sino también a los que son valientes … o simplemente pensando se dan cuenta de que hay mucho en juego.
A Albert Einstein se le atribuye el siguiente adagio:
‘Creer es más fácil que pensar. He ahí la razón de que existan más creyentes’.
Ahora, tras leerte, Alex, PIENSO (no creo): cuánta razón tenía.
Abrazos y enhorabuena.
Mone