Tanto el Bien como el Mal son conceptos antropológicos. Fuera del homo, ningún otro animal sabe de nada y solo actúa guiado por su instinto. Y esto es tan así que, a poco que se reflexione sobre el asunto, verá que ambos, Mal y Bien, están en cada uno de nosotros, los humanos. Así que, por una simple reducción, ambos constructos -mal y bien- están en mí.

Me tomaré la libertad de centrarme en este escrito en el mal que porto y dejaré para otra ocasión el bien que llevo conmigo, si hay tal.

Acepto sin reserva que en mí hay una fuente generadora del mal y, por tanto, es mi responsabilidad disminuir el flujo de maldades que, consciente o inconscientemente, emito. O, mejor, si consigo cegar tal manantial, ya no seré una fuente del mal. O, dicho con otras palabras, gracias a este logro personal yo habría eliminado una parte alícuota del Mal que envuelve a la humanidad. Y esto es todo lo que, en verdad, puedo hacer por coadyuvar a que el Bien impida que el Mal avance.

Pero, yo me pregunto ¿Y si me uniera a otras personas de buena voluntad, que podría pasar? ¿Cómo podría hacer eso?

Un comentario en «Sobre el Bien y el Mal»

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