En este escrito, admito que el lector es una persona informada de los asuntos que afectan a la vida humana. Por tanto, doy por supuesto que está al corriente de los últimos avisos e informes oficiales de organismos internacionales, que, tarde, sospechosamente tarde, han corroborado lo que ya han venido diciendo los poquísimos componentes (pocos) del conjunto de verdaderos científicos (héroes) que existen en la sociedad española y mundial, en el sentido de que todo lo sucedido en lo que yo llamo el ‘Asunto Covid’ ha sido un plan diabólicamente concebido. Y, todo él, se nos ha mostrado, a través de una realidad inexistente, apoyada por ingentes cantidades de dinero, haciendo parecer una verdad prefabricada como algo terrible. Y todo con el único propósito de conseguir fines espurios, sin tener en cuenta el sufrimiento humano.

Sirva este antecedente para poner de manifiesto la causa que da origen a la afirmación que sigue: cuanta más gente dependa del Estado directa -léase funcionarios- o indirectamente (léase políticos), tantas más gente habrá incondicionalmente sometida a los administradores del Estado (léase políticos) e, incluso, sicarios. Y esto sucede debido a la perversa interpretación del contrato social establecido en las democracias modernas.

Siendo esto así y mientras no se establezca un nuevo contrato social, los ciudadanos hemos de buscar un mecanismo que haga de contrafuerte insalvable a la maldad potencial del Gobierno, ya comprobada como una latencia del sistema. Tal mecanismo sería una sociedad civil muy fuerte y, sobre todo, no estructurada, porque, según muestra la experiencia, de estarlo, a la cima de tal hipotética estructura llegan indefectiblemente trepas desalmados, nunca la excelencia.

¿Y cómo se podría lograr tal proeza en España? Mi respuesta es que aquellos que están capacitados para pensar, que piensen y los que no lo hagan por la razón que sea que apoyen a los que sí lo intenten. No importan los esfuerzos y la energía que conlleve lograrlo, porque, si lo intentamos con fe lo conseguiremos, pero si no, estamos perdidos y lo que nos ha pasado, volverá a pasarnos, y a las generaciones futuras les parecerá normal estar siempre en manos de los más mezquinos.

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