

Me gusta escribir con el pseudónimo de «Una madre cualquiera» porque me gusta pensar que hay más padres que opinan como yo en los aspectos esenciales que sirven de guía a nuestros hijos y que los irán convirtiendo en personas con criterio, seguras de ellas mismas y con unos principios morales sólidos acordes con nuestra cultura, con esa forma de vida que nuestros padres nos transmitieron.
Quizá suene pretencioso. Pero no lo es. Más bien es una forma de gritar al universo que no estoy de acuerdo con muchas de esas cosas que hoy en día se consideran «normales» y que por lo tanto se asumen como norma. Lo que también nos afecta a los adultos, pero nosotros ya tenemos formada nuestra propia escala de valores y principios. Los niños no, son esponjas y están sometidos a un bombardeo ideológico sin precedentes.
El primer pensamiento que en este sentido quiero compartir con vosotros, es, precisamente, el valor tan importante que le damos a lo «normal». Quizá reflexionando sobre su verdadero significado, podamos sustraernos de esa curiosa necesidad social de querer ser «normal» cueste lo que cueste.
Y veréis que llegamos a una curiosa y esperanzadora conclusión.
Si como dice el diccionario de la RAE, normal es sinónimo de COMÚN, corriente u ORDINARIO. Dícese de quien NO DESTACA. ¿Por qué queremos ser normales? Es decir, ¿por qué queremos ser comunes, no destacar o incluso deseamos ser ordinarios?
Aunque parece rebuscado lo que escribo, el pensamiento último que quiero transmitir es que ya que no podemos luchar físicamente contra algunas de las ideologías que la sociedad en general nos inyecta por todos los medios posibles, transmitir a nuestros hijos que es mejor ser EXTRAORDINARIOS que pertenecer a la media, se torna en un arma sutil difícil de doblegar.
La sociedad se empeña en «normalizarlo» todo… y lo está consiguiendo: lo más insospechado hoy, mañana lo viviremos como normal. Desafortunadamente podría poner muchos ejemplos.
Sin embargo, y aquí viene lo mejor, el AMOR PROPIO por ser extraordinario, excepcional, sorprendente, estupendo, sensacional, genial… vamos un fuera de serie es INVENCIBLE. Una vez inyectado en vena es como una droga que te impulsa a ser mejor y, sobre todo, te libera de lo que la sociedad quiere que seas.
No os asustéis amigos, no es tan difícil, tan solo basta con liberar a nuestros hijos del deseo de ser «normales». Una pequeña barrera mental que les limita y condiciona a ser como los demás.
Pero, ¿quién quiere ser como los demás cuando puede ser excepcional?, especialmente cuando el concepto de «normal» es cada vez más humillante 😉


El concepto de NORMAL podría regresar a ser algo GRANDE y DIGNO, si comenzamos a desear y ¿por qué no? a ejercitar que, como norma -y por paradójico que parezca- el ser EXTRAORDINARIOS sea algo extenso y alcanzado por muchos millones, por supuesto, desde lo que cada uno hace, desde su individualidad (bendita sea, por cierto). Felicidades, «madre cualquiera» porque es notoria tu sed de salir, precisamente, de lo ordinario. Eso, sin embargo, creo que va más allá de lo que los demás vemos y es, como seguramente coincidimos, lo que día a día hacemos, con o sin público: extraordinarios comenzando por nosotros mismos, aunque no seamos vistos y escuchados, aunque no haya una pantalla, una manifestación, un grupo social o un micrófono enfrente de nosotros. Buenísimo.
… y gracias por citar a José Ingenieros (me declaro una ferviente lectora de su persona).
Mone
Efectivamente Mone, como bien dices: todo comienza en uno mismo. Y ese «uno mismo» debe estar dotado del convencimiento de que ES maravilloso. Gracias por tu comentario a mi artículo.
Me ha encantado. La mediocridad lo llena todo, cada rincón de la sociedad… Por eso, encontrar una reflexión que no lo sea resulta alentador. Efectivamente, los niños debe proyectarse al futuro, no como unos más, sino como excepcionales, porque lo son. :)))
Gracias Alexander por comprender el mensaje tan bien. Mirando al futuro siempre desde la perspectiva del águila 😉