El torpe, en su torpeza, no distingue entre entender y comprender… y sabe todo lo que necesita.
El listo, en su listeza, está pronto a sacar beneficio de lo que se presenta… y no ve más allá.
El inteligente, en su inteligencia, no entiende ni comprende, pero si barrunta el futuro.
El caso es que los torpes viven en el limbo de la torpeza, tan limitado; los listos disfrutan de su sagacidad, tan humana; y el inteligente, en su inteligencia, le queda saberse una mente y sentirse ser-humano.
Interesante… y en esta reflexión , donde queda la felicidad?
Pareciera que el menos inteligente es el más feliz, precisamente porque vive en su pequeñez y no ve más allá…
Me parece que esta triada podría convertirse en cuarteto, si agregamos al inteligente divino, quien sin duda comprenderá, quien desde luego verá más allá y quien, con certeza, no barruntará el futuro: lo construirá con las herramientas de divinidad que le fueron proporcionadas (como a todos) y que ha sabido utilizar. Un beso !!