Saber da luces y, al ver, el miedo da risa.
Pensé en Dios, y Dios existió.
Entonces, remiré y todo era energía.
Por tanto, yo era energía. Un trocito.
Un trocito de energía con consciencia.
Y consciencia en un mar de otros como yo.
Así, el agua lo es, tanto una molécula como una inmensidad.
Sin embargo, siendo uno más entre mis iguales, yo soy yo, y no otro.
Mi individualidad solo es mía.
Y soy consciente de mis pensamientos.
No hay duda: soy un trocito de energía que genera pensamientos.
Al llegar a este punto, recuerdo donde empecé, luego tengo memoria.
Y como he hecho lo que quería, tengo voluntad.
En fin, soy consciencia, memoria y voluntad. Además, pienso.
Entonces, concluyo que soy una mente.
Y la mente que soy, piensa en Dios y hace que Dios exista.
No cabe la menor duda: yo, la mente que soy, está en Él.
Y esta recursión, me aleja de la animalidad y me aproxima a la divinidad.
ABM
Ahí queda eso. Piensa, si te atreves, y discútelo.
Bien por esos poetas que reflexionan. Y para mi, sí, somos parte de esa divinidad dentro de nuestra humanidad