Ortega revisa su presente y nos envía un mensaje de esperanza.


Releyendo a Ortega me encuentro con este escrito suyo del primer tercio del siglo pasad. Échale, lector -mi querido amigo- una pensada grave, pues lo asuntos graves han de ser tratados gravemente. Leer no es perder el tiempo, sino pasos hacia tu evolución… por tus propios caminos.
«… perder la ilusión no es perder la esperanza. La Europa de hoy —oigan bien los jóvenes esta esencial perogrullada— no es más que la Europa de hoy: no está dicho que sea la de mañana, y muchas veces se ha visto que la postura adoptada en un hoy por el hombre, con el más aparente ardor, se reveló luego como un nuevo rodeo necesario para poder llegar a otra postura muy distinta pero ya sustantiva en el mañana. La historia humana, vista en su auténtica intimidad es una serie de experiencias encadenadas, una dialéctica de experiencias. Así en política se vive durante un periodo la experiencia de cierto tipo de Estado. Esto implica que, por lo pronto, parece definitivo ese tipo de Estado. Por eso se embarca en él y a fondo la sociedad. Ese embarque de nuestra vida individual o colectiva en un cierto molde es precisamente la experiencia histórica. Sólo embarcados a fondo en él podemos llegar a descubrir sus limitaciones y sus inconvenientes, y este descubrimiento es la nueva experiencia, dialécticamente encadenada con la anterior: es la experiencia que lleva al desembarque. El navío usado ya se abandona y queda franco el hombre para entusiasmarse con otro molde que se presenta sin los inconvenientes de aquél. Esta serie de moldes vitales en que vierte el hombre el metal fundido de su existencia forma, como he dicho, una cadena necesaria de experiencias, no se puede saltar ninguno de sus eslabones. Una experiencia no hecha se venga siempre, queda sin digerir y en la hora más inoportuna reclama sus derechos. Por eso, es imposible sumarizar el proceso de la vida histórica, pretendiendo suprimir algunos de sus estadios. Ahora bien, esto no quiere decir —y es a lo que iba— que porque sea necesaria la cadena entera de las experiencias tienen todas éstas el mismo valor y. hasta puede agregarse, la misma realidad. Esto significaría que todas las épocas históricas son excelentes. No: hay experiencias frívolas, insustanciales pero que, no obstante, necesitan ser hechas precisamente para que quede demostrada su insustancialidad. Así hay tipos de Estado en que la humanidad ha vivido durante muchas generaciones y en cambio, otros que han durado sólo una generación y a veces menos. A posibilidades de esta índole me refería cuando hace un momento dije que la Europa de hoy no es más que la de hoy y no está dicho que sea la de mañana. Quede, pues, en pie e intacta la esperanza. Una esperanza actuosa, que empiece desde luego a preparar la mañanada. Por lo pronto, en lo que más cerca está de nosotros…. [¿La vida?]
José Ortega y Gasset. Meditación de la técnica.