Los niños están gritando. Otra vez. Siempre que entro en casa lo mismo, las mismas peleas, las mismas discusiones, y hoy la verdad no estoy de humos.

El día ha sido horrible. Primero en el trabajo, las eternas convenciones de comerciales, todo es lo mismo: que si la comisión que nos llevamos todos por cada venta, que si tenemos que estimular a nuestros equipos, que si patatín patatán… sí, tenemos un buen producto, nuestros encofrados y juntas de dilatación son de lo mejor, pero esto agota.

Y luego las sonrisitas y la foto, alguno todavía piensa que somos amigos y nos ayudamos, yo también lo pensaba hace años, pero vamos, a ingenuo no me ganaba nadie… la verdad es que somos una mera comisión para todo el mundo. Esta Empresa es así.

En fin, cada vez me siento más vacío cada vez que salgo de esas convenciones.

Y luego en el bar, charlando con los de al lado, todo bien, hasta que hice un comentario sobre el «Cambio Climático», todo el mundo ignorándome o mirándome de reojo, la verdad es que no lo entiendo, me ha pasado ya otras veces. La gente reacciona fatal a mis comentarios, y yo, que estoy lleno de buenas intenciones.

Claro, y cuando llego a casa y me encuentro a los niños peleando hasta por Master Chef, ¿qué les puedo decir?, ¿qué no peleen si yo me paso la vida compitiendo?… la verdad es que mis palabras salen huecas, no me extraña que los niños no me hagan caso.

Ahora me voy a quitar los zapatos, ¡que gusto la verdad!, la cama está muy apetitosa, me voy a recostar un instante.

De repente veo un tren que pasa delante mío, voy detrás de él, ¿por qué no para si tengo billete?…. ¡nooooo!, se marcha, menos mal que viene otro, este parará…. pues no, ¡no para!… …y luego otro, y otro, lo mismo, tengo billete y no paran… corro detrás de ellos hasta que no puedo más y no paran, no paran nunca…

Estoy empapado de sudor y sigo corriendo…

Me despierto de golpe, me debí quedar dormido y tuve una pesadilla, de repente me viene a la mente unos versículos de la Biblia: “Donde pongas tu tesoro pondrás tu corazón”.

… ¿y dónde estoy poniendo mi tesoro?, ¿dónde?. La respuesta viene rápido: en competir y en ganar, y mientras tanto veo los trenes pasando y los voy perdiendo.

Y a lo mejor los que vienen ahora no los he de perder, la situación en el mundo se está complicando y quizás sea obligado coger pronto un tren para huir, por mis niños, por mí, por mi esposa, quizás no sea la huida física, sino espiritual…

¿Seré capaz de dejar de competir?. ¿Será más importante para mí una comisión que vivir?.

Por Eduardo Lacambra

Escribo de temas sanitarios como Diplomado de Acupuntura por la Universidade de Santiago, y en otros temas como Ciudadano de a pie, Ingeniero sin ejercer, y Creyente, y siempre desde el escepticismo y la sanísima duda permanente

2 comentarios en «Los niños están gritando»
  1. Sinceramente, Toj. Tu texto es de lo mejor que he leído últimamente. Es muy dinámico y, tal vez, esté marcando un estilo. Me ha encantado. Gracias.

    1. Gracias Bellhand, te lo agradezco pero lo importante es el mensaje, ¿seremos capaces de escuchar las señales que vienen o seguiremos apegados a nuestros pequeños egos?. La respuesta en los próximos meses 🙂

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