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Amor fraternal | Meditaciones Diarias 2022 | Matinales Adventistas 2022
Y, sin amor ¿Qué?

       

Pero ¿existe el amor?

Y, si existe, cuál es su esencia, su sustancia.

Y, si no existe, si no hay amor ¿Por qué hace llorar y reír?

Y, si no hay amor ¿Hay odio?

¿Es equivalente el no-amor al odio?

Si hay amor ¿Cuál es la escala?

Dónde el máximo y dónde el mínimo.

A modo de introducción

Me apropio de lo dicho por  Mª Begoña en su Cuando rompen las olas: “Para algunos lectores puede que sobren algunas palabras, para otros sin embargo puede que falten, pero si tan solo una de ellas consigue  mover, girar la llave, me daré por satisfecha. Busca, llama a tus propias puertas, y saca tus propias conclusiones”.

Pues, sí. Tan solo con que el lector se salga de sus rutinas diarias y ceda algún tiempo a pensar, a meditar sobre sí mismo y las inquietudes  básicas de los humanos ya me sentiría compensado y feliz de haber confeccionado este escrito.

Una precisión

Preparando esta discusión sobre el amor, he releído obras hace mucho leídas. Además, he hojeado, y me he sentido atraído, por todos los títulos a los que hago referencia en la bibliografía. Pero en ellos observo que se hace referencia al sexo, o de alguna manera aluden a él, pero, en mi opinión, por experiencias vividas más allá de los libros, me atrevo a asegurar que mezclar amor y sexo es como confundir comer con gastronomía. Comprendo que esto resulte discutible y supongo que algún día abriremos una discusión sobre el sexo con el subtitulo ¿Oficio o arte o, tal vez, ambos? Quizá otro más adecuado podría ser El sexo: camino a la animalidad o una excelente aproximación a la divinidad.

Mi interpretación del concepto amor

En un cierto y maravilloso momento de mi vida -quizá mágico-, vi con claridad que una excelente comparación para aproximarse al concepto amor es concebir, por obra de la mente, un abanico de infinitas varillas en el que, cada una de ellas, representa un tipo de amor. Solo imaginarse el amor de esta modo, expande la mente: la hace más poderosa. Pero, aún hay más: cada varilla, representante de una clase amor, no muestra un sentimiento estático sino absolutamente dinámico y cambiante: el amor, cualquier amor, está en constante cambio, como un amanecer en que cada momento es, en apariencia, exactamente igual al anterior y en nada se diferencia del siguiente y, no obstante, se pasa imperceptiblemente de la noche al día. Pues igual con el amor. Como ejemplo que muestra con claridad meridiana lo dicho, baste imaginar una pareja en su luna de miel, con el amor que en esos momentos se tienen, y compararla con el que se tendrán en su bodas de plata.

El  individuo que interioriza al amor de esta forma, añade inteligencia a sus acciones, lo que, en definitiva, provoca que la mente cambie de una que actúa en pocas dimensiones a otra extraordinariamente potente, multidimensional. Tan simple cosa, al practicarla, te ayuda a pasar a otro nivel mutacional: devienes de humano, no más, a ser-humano, lo que te pone en el carril de la divinidad.

Una lección práctica

Una persona amable equivale, conceptualmente, a alguien digno de ser amado. Dicho de otra forma, la persona amble está en la puerta de entrada al alma del individuo que tal opine. Veamos: si usted piensa que yo soy amable, quiere decirse que, sin gran esfuerzo, podré generar en usted amor, no sé en qué cantidad, pero, amor. Y yo, que soy consciente de esto y que tengo un alma insaciable de amor, procuraré lograrlo. Y, así, con todos los que me lean.

Y yo, siempre gano porque me llevo el trocito de amor que se derive del que usted me ofrece y, además, usted aumenta su alma con el amor que yo he generado en usted.

¿Comprende ahora la razón por la que ‘ellos’ están empeñados en tenernos separados?  

Una buena discusión nos ayudaría ¿verdad?

Un comentario en «A propósito del amor»

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