Por  JOSÉ    SANGUINO    GARCÍA

Os escribo estas líneas aprovechando mi falta de asistencia al foro de discusión del jueves y en el que se iba a hablar del amor, como siempre de una manera distendida y desde nuestros corazones.

El motivo de tal ausencia fue una llamada de mi padre pidiéndome, a su manera, que fuese a verle; él está recién operado aunque ya en su casa.

Sin ningún esfuerzo dejé lo que tenía previsto y allí me presenté porque a mí se me movió algo dentro del pecho, y eso en aquél jueves tuvo más fuerza que mis ocupaciones. Posiblemente sea una de las tantas manifestaciones del amor.

A nuestro querido Antonio Bellido le gusta mucho que pensemos, y pienso yo que la figura de un padre está muy ligada a ese estado que es el amor, tanto como la de la madre, y me explico: como algunos sabréis me dedico con mi formación y mis capacidades a ayudar a otros y desde mi experiencia puedo deciros que más del noventa por ciento de las personas que necesitan salvar algún obstáculo han recibido una deficiente educación amorosa  del padre, quien debe ser un modelo delante de sus hijos o hijas.

El mío tampoco fue una excepción, pero con mi trabajo personal he ido poco a poco entregándome a lo que nos une y vincula a todos los humanos.

No sé deciros qué es el amor, me cuesta menos contarlo con ejemplos cotidianos, como el que acabo de escribiros. 

Pienso que su contrario es el miedo, más que el odio (para mí éste es una energía de origen distinto); que nos abre al otro y a los otros; queson ellos quienes nos ayudan a desarrollarlo y que desde que tenemos noticia hace mucha mucha falta: de hecho a estas alturas más de uno y de una nos preguntamos cómo es posible que todavía no salga tanto en las noticias, porque estar está.

​​​​JOSÉ    SANGUINO    GARCÍA

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