Un homenaje poético a la diosa Ixchel, diosa de la Luna en la Cosmología Maya

Los labios de la diosa
de la pirámide eran entrada,
soñar, soñar, ¡sí! , soñar,
en pasar era mi privilegio.

Descubrir su máximo misterio
dependía de poderla besar, 
mis labios en su cerradura, 
¡qué dulzura más maravillosa!, 

y fue experiencia asombrosa 
de la pirámide ver su quimera, 
nube añil que me pudo desvelar
su improbable y letal desafío: 

entregar mi vida en sacrificio 
para de este modo alimentar
a la diosa con mi sangre pura, 
la divinidad mi recompensa. 

Telúrica era mi humilde naturaleza, 
muriendo, hallé la celestial belleza.

Por Eduardo Lacambra

Escribo de temas sanitarios como Diplomado de Acupuntura por la Universidade de Santiago, y en otros temas como Ciudadano de a pie, Ingeniero sin ejercer, y Creyente, y siempre desde el escepticismo y la sanísima duda permanente

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